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Nuevo super ciclo del cobre, ¿hambre para mañana o un impulsoa la industrialización minera?
José Miguel Ortiz
Gerente de Minería
Pares&Alvarez
Apartándonos de los sentimientos exitistas de sobreabundancia, los altos precios que ha alcanzado el cobre abren un espacio de reflexión necesario para orientar los esfuerzos del motor económico del país, hacia una dirección que nos permita seguir siendo líderes y consolidar mejoras significativas en la productividad y competitividad del sector, que permitan la sostenibilidad a la industria minera nacional.
Los que vivieron el ciclo anterior, saben que el alto precio del cobre es un poderoso alucinógeno, que fácilmente puede confundir nuestro sentido de prioridades y desorientar la gestión del negocio minero, con nefastas consecuencias en el largo plazo.
La última vez que los precios escalaron, los costos medios de las operaciones subieron de 90 hasta 217 USD c/lb; la industria perdió margen operacional entre un máximo de 65% en el 2006, hasta un 22% en el 2014 (fuente Cochilco-2015); e igual alza se evidenció en el C1 (Cash Cost), pasado de 50 a 160 USD c/lb, para el mismo periodo.
Si bien, hubo excusas para justificar estos resultados, como el elevado costo de las remuneraciones, el deterioro progresivo de las leyes, la profundización de los yacimientos y las alzas en los precios de los insumos (petróleo, energía eléctrica, acero, entre otros); lo cierto es que, desde el primer o segundo cuartil de costos que mantenían nuestras grandes operaciones, caímos al tercer y cuarto cuartil de costos de la industria, fondo en el que aún permanecen gran parte de las operaciones.
Estos datos auguran un futuro desafiante, el ciclo anterior nos sorprendió con leyes entre 1,2 a 0,7% Cu, en contraposición, esta década que recién comienza presenta rasgos menos auspiciosos, ya que la gran mayoría de las operaciones de importancia en Chile inician con niveles cercanos a 0,78 y que llegará a 0,40 %Cu a finales del decenio.
Esto significa que para mantener las producciones de cobre fino habrá que extraer más del doble de mineral, sino que además será mucho más intenso en gestión en todos los ámbitos del negocio. El cerro se pone más competente, más profundo, con plantas más viejas y con exigencias cada vez mayores por las comunidades y el medio ambiente.
Entonces, ¿esta nueva realidad del precio del cobre es una invitación a capitalizar y migrar de rubro? De ninguna manera. La clave, en este contexto de altos precios, es organizar y planificar para enfrentar con éxito el próximo ciclo de precios bajos.
En los temas de competitividad, uno de los factores más relevantes son los precios de los insumos como energía eléctrica, los combustibles, el acero, el ácido sulfúrico y, hoy más que nunca, el agua. En los últimos años, afortunadamente, pudimos cambiar la matriz de generación energética, pasando de costos de 120-150 USD/MWh, que llegó a valer la energía durante 2012-2017, a los 70 USD/MWh, aproximándonos a nuestros vecinos y competidores del Perú.
En una operación mina-concentradora, la energía representa entre 15-20% del costo total de operación y si ésta ha incorporado agua desalada a su proceso, esto puede alcanzar hasta un 35% de su costo total de producción, de ahí la importancia de haber reducido los costos de generación. Esto lo está aprovechando toda la industria minera en Chile, y se ha mejorado en bloque nuestra posición de mercado.
Sin embargo, estas iniciativas no han prosperado para todos, por ejemplo, la estructura de costo en el procesamiento de cobre sulfurado sigue siendo alto el consumo unitario de insumos como energía, agua y acero molienda.
Con todo, hay que reconocer avances, en los últimos años se han trazado planes estratégicos, focalizando los esfuerzos en aspectos claves del negocio como; minerales de baja ley, disposición de relaves, recuperación de agua, automatización de procesos, remotización de las operaciones, eficiencia energética, entre otros. Un interesante factor para lograr estos avances ha sido la coordinación e integración de esfuerzos a través de asociaciones público-privado, que relevan la importancia de una política minera integral.
Así, la inversión en desarrollo tecnológico y en el aseguramiento de los recursos esenciales de la actividad minera, cobran más relevancia que nunca en estos tiempos de vacas gordas, pues son el colchón que nos permitirán flotar en tiempos menos afortunados.
Por eso vale la pena recordar que hay una enorme cantidad de oportunidades de mejoras y desafíos técnicos de gran magnitud por abordar: tratamiento hidrometalúrgico de bajo costo para minerales primarios, minería de alta cordillera, minería subterránea y glaciares, recuperación de pasivos ambientales con valor metálico, subproductos comerciales (Mo, Zn), eficiencia energética en conminución, eficiencia energética en transporte de minerales, reducción de uso de combustibles fósiles y robotización de procesos.
Una buena noticia, es que ya se han iniciado trabajos que buscan avanzar en rentabilizar algunas opciones tecnológicas como lixiviación clorurada a temperaturas moderadas para minerales primarios, la descarbonización de la matriz energética y la incorporación hidrogeno verde.
Por tanto, estas innovaciones y las nuevas tecnologías por venir, más la adaptación a nuevas formas de trabajo, deben seguir siendo un pilar fundamental de la gestión minera, apoyándose en el desarrollo de las capacidades de investigación de universidades e institutos tecnológicos, utilizando la inmensa capacidad instalada de ingeniería nacional para minería y el gran mercado de proveedores especializados que ha desarrollado la minería en Chile.
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